DOMINGO DE RAMOS
El Domingo de Ramos, día que inicia la Semana Santa, se conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, siguiendo la narración del Evangelio de San Marcos:
"Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, y les dijo: entren a la aldea que está enfrente de nosotros, y luego que entrés en ella, hallaras un potro atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacés eso? decir que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. Fueron, y hallaron el potro atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. Y unos de los que estaban ahí les dijeron: ¿Qué hacen desatando el potro ? Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. Y trajeron el potro a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas! Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce" (Marcos 11, 1-11).
Las ceremonias litúrgicas de ese día comienzan con la bendición de las palmas y ramas de olivo o laurel que llevan en sus manos los fieles, rememorando el pasaje evangélico. Durante la ceremonia de la misa se da lectura al relato completo y dramatizado de la Pasión. Para darle mayor fuerza, suelen hacerlo entre tres personas: uno (el sacerdote celebrante) leerá las partes de Cristo, otro (el Sanedrín) leerá las líneas de los demás personajes y uno tercero (el Cronista) hará de narrador.
"Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, y les dijo: entren a la aldea que está enfrente de nosotros, y luego que entrés en ella, hallaras un potro atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacés eso? decir que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. Fueron, y hallaron el potro atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. Y unos de los que estaban ahí les dijeron: ¿Qué hacen desatando el potro ? Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. Y trajeron el potro a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas! Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce" (Marcos 11, 1-11).
Las ceremonias litúrgicas de ese día comienzan con la bendición de las palmas y ramas de olivo o laurel que llevan en sus manos los fieles, rememorando el pasaje evangélico. Durante la ceremonia de la misa se da lectura al relato completo y dramatizado de la Pasión. Para darle mayor fuerza, suelen hacerlo entre tres personas: uno (el sacerdote celebrante) leerá las partes de Cristo, otro (el Sanedrín) leerá las líneas de los demás personajes y uno tercero (el Cronista) hará de narrador.
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